Desde que comenzó el S.XXI ha habido una especial preocupación por las consecuencias derivadas de una pobre práctica deportiva o actividad física. Los gobernantes de muchos países y la OMS (organización mundial de la salud), se encuentran alarmados por la poca actividad física de la población en general y las consecuencias negativas que ello conlleva como hipertensión arterial, diabetes y obesidad.
Uno de los estudios más recientes, realizado en Argentina, encontró que aproximadamente el 60% de los varones y el 75% de las mujeres de entre 25 y 70 años no realizan actividad física regularmente (Argentina en movimiento, 200). Con este estudio no sólo sale a reducir la falta de práctica deportiva a partir de los 25 años, sino la falta de habituación desde edades tempranas.
Precisamente queremos centrarnos en la importancia que tiene la Educación Física en la escuela y como una práctica regular supone además de una mejora fisiológica , un mejor rendimiento escolar y una mejora de las relaciones intergrupales.
Existe evidencia de que los procesos cognitivos en niños que practican una actividad física de forma habitual (digamos tres veces por semana) y durante al menos 45 minutos, son mejores que los niños sedentarios (Stone,1965).
Podemos afirmar que un niño que practique deporte no solo mejorará a nivel fisiológico o motórico, además liberará las famosas “endorfinas”, sustancias segregadas por nuestro cerebro cuando se realiza deporte y que inducen a posteriori a la relajación, bienestar y sueño. También conseguiremos que mejoren su atención (sostenida, dividida y alternante), percepción de situaciones, memoria de trabajo y resistencia a la fatiga mental. Estaremos ante una mejora en el rendimiento académico y por consiguiente un porcentaje más bajo de fracaso escolar.
Por otra parte y volviendo al hilo conductor de este artículo, también habíamos mencionado la “riqueza” de relaciones interpersonales que pueden conseguirse gracias al deporte y la educación física.
Al realizar ejercicio con otros, los niños aprenden a relacionarse con niños que poseen diferentes rasgos de personalidad, diferente sexo, cultura y nacionalidad y por tanto aceptan la diversidad de los mismos, gestionan los conflictos que puedan surgir de una forma pacífica, aprenden, respetan y aplican las reglas de juego y alcanzan una serie de valores y habilidades sociales que pueden ser:
- Valores sociales: Cooperación, amistad, pertenencia a un grupo, competitividad, trabajo en equipo, convivencia, compañerismo, justicia, preocupación por los demás.
- Valores personales: Habilidad (forma física y mental), diversión, superación, tesón, autodisciplina, logro (esfuerzo-triunfo), derrota (poco esfuerzo-fracaso), deportividad y luego limpio, espíritu de sacrificio, perseverancia, humildad, obediencia, imparcialidad.
- Habilidades sociales: Empatía, asertividad, liderazgo, espíritu de equipo.
Igual que realizar ejercicio físico es importante y necesario por todas la razones anteriormente mencionadas, no podemos dejar de lado el descanso y el sueño.
En edades de
Para finalizar tenemos que hacer referencia a la cultura griega y su famoso “mens sana in corpore sano” y en donde básicamente se quería dar una visión holista del ser humano, es decir, el cuerpo y la mente suponen un binomio indisociable y por lo tanto, tenemos que darle a la educación física la misma importancia que a las matemáticas, las ciencias naturales o la lengua.
Autor: Juan Pinto Rodríguez.
Licenciado en Psicopedagogía y Diplomado en Magisterio (especialidad de Educación Física).
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